
La Distanasia,
también llamada Encarnizamiento Terapéutico, es todo lo contrario a la
eutanasia. La Distanasia es el acto de poner en utilidad todos los medios y
procedimientos que estén a nuestro alcance para retrasar la muerte del
paciente, aunque ya no exista ninguna esperanza de vida.
Esta práctica
es éticamente incorrecta, pues se estaría alargando la vida de un paciente en
condiciones lamentables, el paciente no se beneficia pues nadie se puede salvar
del estado de mortalidad.
Esta práctica
ocurre a diario provocada por el médico o el centro de salud, siendo de manera
tenaz y obstinada de mantener con vida al paciente, utilizando todo tipo de
métodos y procedimientos terapéuticos. El médico no lo realiza despiadadamente
ni con ánimo de hacer sufrir al paciente, simplemente se encierra en la idea de
que tiene que vivir. Una de las causas es por el malestar del médico ante el
fracaso.
Con la Distanasia se estaría contradiciendo a la ley, pues los doctores deben limitarse a
paliar el dolor del paciente terminal, y no a “torturarlo”.
El paciente
terminal tiene una esperanza de vida como mucho de 180 días, además en su larga
fase experimenta cansancio, luego dolor fuerte, seguido de fallos orgánicos
pudiendo ser único o múltiple. Por ello se debe respetar su autonomía, y no
alargarle el sufrimiento y la pesadumbre.
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